Clases didácticas sobre el consentimiento: Crítica a Un Actor Malo
En Un Actor Malo (México, 2023) el segundo largometraje escrito y dirigido por Jorge Cuchi, un set de rodaje se convierte en una sala de juicio cuando la actriz protagonista Sandra Navarro (Fiona Palomo) acusa a su compañero co-protagonista Daniel Zavala (Alfonso Dosal) de haberla violado mientras rodaban una escena de sexo. El conflicto desata una serie de discusiones entre los personajes en los que de manera didáctica se tratan temas como el consentimiento, la violencia machista, la revictimización, la sororidad femenina pero también, y este es un tema que poco ha sido mencionado en las apreciaciones de la película, la redefinición de justicia sobre todo en temas de las agresiones sexuales contra mujeres.
La película me sorprendió por su manera de abordar los temas de la violación y el consentimiento, relacionada con el cine y televisión de denuncia que se ha venido realizando sobre todo en Hollywood a partir del surgimiento del Me Too.
Este tipo de producciones se han caracterizado por anteponer la creación de un mensaje moralista al desarrollo de la trama buscando explicar conceptos complejos con peras y manzanas a los espectadores. Esto no asegura que las películas terminen siendo “buenas o malas” pero el mensaje siempre es entregado. Son la clase de cine para el que se ha creado la categoría de “necesarias”.
Aunque el tratamiento que hace Cuchi de su tema es en gran parte “necesario” en este caso la película funciona tanto en su calidad como en su desarrollo del mensaje social. Un Actor Malo pone especial atención en dejar claro el significado objetivo del consentimiento sexual y también en criticar la revictimización a la que suelen ser sometidas las mujeres cuando deciden denunciar.
La técnica dramática que utiliza Cuchi para llegar a su meta es muy efectiva. El guion se divide dos secciones que podrían ser dos filmes diferentes por su tonto tan distinto. La primera parte es un drama íntimo en el que se desarrollan la antesala a la violación y la agresión misma. Después la película se convierte en un caos a gran escala al estilo Nuevo Orden de Michel Franco o la reciente Civil War de Alex Garland.
La parte que corresponde al drama íntimo se desenvuelve principalmente en tres locaciones. La primera es al interior de un coche en el que conocemos tanto a los protagonistas como la dinámica del filme que oscilará entre una supuesta ficción y una supuesta realidad, después en un bosque alejado de la ciudad se profundiza sobre la relación entre los integrantes del crew. Esta parte es crucial para entender el conflicto detrás del drama. Es donde aprendemos que entre Daniel y Sandra existe una amistad previa a la violación, lo que la hace aún más irracional y trágica.
Las acciones de los personajes son lo suficiente ambiguas como hacer dudar al espectador si la acusación es cierta o falsa, aunque también desde un inicio quedan claras las intenciones feministas del guion.
Cuando Sandra Navarro explica el contexto del crimen a su abogado, al escucharse a sí misma le dice “¿Suena de la verga verdad?” comprendiendo lo ambigua que podría sonar el relato ante un juez.
Sin embargo en la última locación, el motel donde se rodará la escena del sexo y sucederá la violación se disiparán las dudas y quedará claro que, en efecto, Sandra no miente.
En estas escenas la fotografía de Jorge Casillas hace un juego complejo de espejismos en los que aparentemente realidad y ficción se diluyen. Cuando se está grabando lo que podríamos llamar la “película dentro de la película” las imágenes son más genéricas. Encuadres simples, movimientos de cámara sencillos, incluso pude percibir actuaciones mucho más planas.
Pero cuando gritan corte y se filma “la realidad” la cámara se vuelve mucho más agresiva, sigue a los personajes de un lado para otro, se agita brutalmente cuando estos entran en crisis y se planta en close-ups incómodos cuando hacen confesiones duras.
Es la primera vez en mucho tiempo en el cine comercial mexicano que siento que la cámara obedece a las emociones de los personajes, a las acciones y a una estética bien definida. No está simplemente empotrada grabando la acción esperando que algo suceda mágicamente en el set. Los actores por su parte entran en total complicidad con la fotografía. Al igual que la cámara deben viajar entre una supuesta realidad y ficción. Esto logra crear momentos de emoción compleja y a momentos perturbadora.
El ejemplo más evidente es la filmación de la violación. Aquí explícitamente somos testigos de cómo los actores pasan de la ficción a la realidad en un crimen atroz. Un Close-up filma a los actores fingiendo tener sexo para la película que están grabando y en la reacción de ambos vemos como sus máscaras de actuación se caen dramáticamente. El personaje de Zavala rompe con la ética profesional y comienza a forzar sexo real sobre su compañera quien inmediatamente se muestra aterrada.
A pesar de que no es un momento tan explícito como la infame escena de Irreversible de Gaspar Noé o la de Último Tango En Paris de Bernardo Bertolucci, es sumamente perturbador. Es una escena tan emocionalmente violenta que de hecho Cuchi es cuidadoso en no volverla a mostrar al espectador a pesar de que funge dramáticamente como evidencia. El resto de la película solo conocemos las impresiones de los abogados o el resto del crew respecto a la filmación.
Pero previo a esta violenta escena incluso en los momentos menos intensos Dosal y Palomo saben moverse con naturalidad creando una química real entre sus personajes. Como colegas muestran tener una complicidad amistosa que posteriormente se convertirá en una fatal rivalidad entre víctima y agresor.
Cada nueva decisión del personaje de Zavala solo empeora su situación y narrativamente es lo que impulsa el cambio tan abrupto de tono. Lo que originalmente era casi un set piece se eleva a un caos social de niveles épicos. Al número limitado de personajes se suman marchas feministas llenas de ira y reporteros morbosos, lo que la convierte en un drama masivo.
La cámara por lo tanto también tiene que salir de su encierro y de estar limitada a un set de filmación se aventura a hacer movimientos tan ambiciosos como tomas aéreas que siguen el escape de Zavala en automóvil por la ciudad. Toda esta nueva personalidad de la película hace que resulte mucho más complicada en su sentido estético, narrativo y de mensaje social.
En toda la hora anterior Cuchi parece tener un juicio claro sobre sus personajes y la situación que presenta. Los personajes femeninos son usados para explicar cómo se debería actuar frente a una acusación de violación (La credibilidad inmediata, el contacto con abogados, el cuidado emocional).
Los personajes masculinos son la otra cámara de la moneda, dudan de la actriz y ponen en tela de juicio su reacción frente a la violación (¿Por qué no gritaste? Repiten constantemente). Los únicos personajes femeninos que se muestran también incrédulos son de hecho hasta cierto punto masculinizados físicamente o en su vestuario (Mónica la productora y la abogada de Daniel).
El tono moral y didáctico llega al grado de que incluso a través del personaje del abogado de Sandra Jorge Cuchi encuentra la oportunidad para explicar clara y detenidamente como se tipifica el delito de violación de acuerdo con la ley.
Es tal vez por esta razón que el resto de la película se siente tan agresivo, extremo y confuso. Las ideas sobre consentimiento y violación se mantienen intactas pero aparecen nuevas problemáticas que por su complejidad escapan a los juicios maniqueos.
El juicio íntimo que se estaba desarrollando dentro del rodaje se eleva a nivel masivo cuando el personaje de Ximena (la vestuarista y personaje feminista más radical) filtra la grabación de la violación a las redes sociales.
A través de este suceso Cuchi nos muestra como las acusaciones de abuso, sobre todo cuando vienen de figuras públicas se han convertido en eventos masivos (Si tocan a una nos tocan a todas). Lo que empieza como un linchamiento mediático termina en un linchamiento físico contra el personaje de Zavala.
La irrupción de la furia masiva es ilustrada a través de contingentes feministas que persiguen sin dar tregua a Zavala, destruyendo su camper y atacando su departamento, poniendo en riesgo incluso la vida de su hijo con meses de nacido.
El crecimiento de la violencia sucede de una manera tan abrupta que muchos lo han considerado como una exageración del guion y tal vez su único error. Yo pensaba de esta misma manera, pero al reflexionar sobre la película recordé el reciente caso del linchamiento público de una mujer acusada de asesinar a una niña de ocho años en Taxco, Guerrero.
Las imágenes de este caso son brutales y el tiempo en el que escaló la violencia fue una cuestión de horas. Frases como “hay que quemarla” que la gente gritaba en el linchamiento de Taxco pueden ser también escuchadas en Un Actor Malo. Puede que Cuchi no esté exagerando tanto como creemos.
Los sentimientos de Cuchi respecto a la violencia desencadenada se muestran ambiguos. Por un lado parece condenar la búsqueda de justicia por la propia mano al señalar que el hijo de Zavala podría haber terminado siendo también una victima inocente. Pero al mismo tiempo el cuerpo inerte, violentado de Zavala en medio del asfalto pareciera ser mostrado como su único final justo.
Sin embargo tanto el atentado contra el hijo inocente como el linchamiento de Zavala parten de las mismas causas y consecuencias. Todo en esta situación de alguna manera está conectado.
No culpo a Cuchi por mostrar sentimientos confusos respecto a la última parte de su película. La violencia, sobre todo en nuestro país, puede crecer a puntos tan abrumadores que no hay teoría o ley suficiente que alcance para contenerla, comprenderla o tratar de establecer una resolución justa que encamine hacia la reparación y sanación.
En la película Cuchi trata de ofrecer un escape a la violencia con un final un tanto alentador para Sandra. Después de ser victima de dos ataques por parte de Zavala (La violación y un puñetazo en el rostro) mientras es sometida a un examen médico en su rostro podemos ver que su proceso de sanación ha comenzado.
A final de cuentas creo que la película cumple en analizar el problema de la violación y el consentimiento desde un punto de vista dramático interesante y gracias a sus contrastes ideológicos es probablemente de una de las película que mejor refleja el caos social que vivimos actualmente.